lunes, 17 de abril de 2017

Valle Salado de Añana

El Valle Salado de Añana se encuentra situado en Araba, a 30km de Vitoria-Gasteiz, y constituye un paisaje natural de la sal de más de 6.500 años de antigüedad. Se trata de un paisaje conformado por más de cuatro kilómetros de canalizaciones por donde el agua salada circula desde los manantiales hasta los pozos y las terrazas escalonadas que albergan las eras en las que se recoge la sal.


¿Por qué en Salinas de Añana se produce sal?
Hace 251 millones de años, en el periodo Triásico, cuando todos los continentes formaban un “supercontinente” denominada Pangea, Salinas de Añana se hallaba sumergida bajo un gran océano. La evaporación de dicho océano provocó que se acumularan grandes capas de rocas sedimentarias (rocas evaporíticas) formadas por la cristalización de la sal disuelta en las aguas, rocas que fueron cubiertas por otros estratos.

Hace unos 220 millones de años, los materiales de menor densidad, esto es las rocas evaporíticas, fueron ascendiendo hasta la superficie terrestre arrastrando consigo materiales característicos del paisaje salinero, como: arcillas, calizas, carniolas… Además, el agua de lluvia fue atravesando los estratos superiores de roca hasta alcanzar las capas de sal, logrando con ello que aflorarán a la superficie manantiales hipersalinos. Los manantiales de Añana, concretamente, cuentan con un caudal aproximado de dos litros de agua por segundo y una concentración salina de 210g/l.


¿Cuál es el proceso de obtención de la sal?
Actualmente el proceso de elaboración de la sal se encuentra influenciado por las condiciones meteorológicas, de modo que es un proceso que comienza en mayo y termina aproximadamente en septiembre. Sin embargo, durante el resto del año el proceso no se detiene, pues los salineros continúan realizando labores de recuperación y mantenimiento de las salinas y las envasadoras prosiguen limpiando y etiquetando la sal.


A continuación se precisan, y más adelante se explican, los pasos que se siguen para la obtención de la sal:
1) Llenado de las eras
2) Cristalización
3) Riego
4) Recogida de la sal
5)Almacenaje
6) Envasado



1.- LLENADO DE LAS ERAS 
La salmuera se vierte sobre las eras (entre 2 y 4 cm) y queda expuesta al viento y al sol.




2.- CRISTALIZACIÓN
Cuatro horas después de haber sido depositada la salmuera en las eras, comienza el proceso de cristalización de la sal. Así, se crea una pequeña tela fina que cubre la superficie de la era y va resquebrajándose formando las denominadas “flores de sal”.
A partir de este momento, y si lo que los salineros desean es obtener flor de sal, proceden a recoger las escamas que se han creado. Por el contrario, si lo que desean es obtener sal mineral, remueven la flor de sal para que esta vaya al fondo de la era y cuaje uniformemente junto al resto de la salmuera.



3.- RIEGO
Con el objetivo de acelerar el proceso de cristalización los salineros remueven la salmuera con un rodillo. En caso de que hubieran quedado zonas secas, se hace uso de la regadera para añadir salmuera precalentada y así evitar cortar el proceso de evaporación.


4.- RECOGIDA DE LA SAL
Cuando aun quedan pequeñas cantidades de agua en la era, comienza el proceso de recolecta de la sal formando montones de sal en el centro de las eras. A continuación, la sal se introduce en cestos de madera de castaño y se deja reposar para que escurra el líquido sobrante.



5.- ALMACENAJE
Una vez la sal se ha secado, esta se introduce en los almacenes de las granjas los cuales están ubicados bajo las eras.


6.- ENVASADO
En el mes de octubre comienza el proceso del “entroje” consistente en trasladar la sal de los almacenes del Valle Salado a otros almacenes. En estos últimos se limpia la sal de pequeñas impurezas, se envasa y etiqueta.


En el Valle Salado de Añana se producen cuatro tipos de sal:

-Escamas de flor de sal

-Sal mineral de manantial

-Chuzo de sal

-Sal líquida de manantial

Durante la cata realizada a posteriori se pudo evaluar la apariencia, el sabor y el olor de los cuatro tipos de sal que se producen en el Valle Salado de Añana. A lo largo de esta cata se nos invitó a reparar en aspectos cómo el color, la pureza, la duración del sabor en boca, el grado de salinidad... de cada una de las sales. Por ello, a pesar de que resultó ser una experiencia interesante, considero que podría resultar poco provechosa de realizar con un alumnado de corta edad, pues es posible que no repararan en detalles tan nimios o concretos como los que se exigía.






Por el contrario, la propia visita al Valle Salado de Añana estimo que podría ser interesante y útil para realizar con el alumnado de Educación Primaria. Por un lado, podrían constatar y entender la forma de producción de un alimento tan básico en sus cocinas como es la sal. Aun así, pienso que podría haber resultado interesante que en la salida se nos presentase la programación didáctica enfocada al alumnado de Educación Primaria, además de recibir información basada únicamente en contenidos.

De cualquier modo, creo que la visita al Valle Salado podría ser el preámbulo para trabajar en el aula contenidos relativos a la geología tras haber hablado en la visita de "rocas sedimentarias", "estratos"... y haber podido entender en la visita el proceso que estos sufren. O la propia visita al Valle Salado también podría ser una forma de dar por finalizado con el alumnado el temario correspondiente a los contenidos mencionados con anterioridad. Sea como sea, considero que es una salida a valorar y una forma ideal de aunar Educación Formal y No Formal, sacándole el máximo partido a la combinación de ambas.


jueves, 13 de abril de 2017

Las implicaciones didácticas de la Ciencia

¿Es posible motivar al alumnado hacia el estudio de la ciencia?

Durante años se ha creído que la mejor manera de enseñar ciencia era instruir en fórmulas, leyes y principios, incidiendo en un aprendizaje memorístico de estas. Igualmente, siempre se ha tomado por rutina que era el docente aquel que debía formular preguntas para que después el alumno las contestase. Pero… ¿por qué no dar la vuelta a esta clase de enseñanza-aprendizaje?

Indudablemente, los niños son una máquina de generar preguntas, un torbellino de curiosidad y ansias de descubrir ¿Y si aprovecháramos este hecho para generar conocimiento científico? No se ha de olvidar que el diseño de los procesos de investigación, no únicamente en la escuela, también en el marco de la ciencia, nace de la realización de preguntas y la formulación de hipótesis. Por ello, creo que ser capaces de guiar a los niños en la búsqueda de la respuesta a sus propias preguntas puede ser el proceso más enriquecedor y beneficioso a seguir para enseñar ciencias. Esto es, orientarlas en la forma correcta de realizar preguntas y ayudarles a escribir, esquematizar y poner orden a sus pensamientos. También, es vital, experimentar y argumentar posibles explicaciones a las cuestiones planteadas y estimularles en caso de que sus primeras predicciones no sean las correctas. En definitiva, lograr que sean ellos quienes deduzcan y concluyan los resultados de su propio proceso de investigación.


Se trata de una implicación y participación activa en el aula, esto es, un modo de hacer ciencia completamente alejado del que se acostumbra en el aula, pero mucho más enriquecedor para el alumnado y los docentes. Una ciencia que no solo sea entendida desde la “realización de experimentos” o el “aprendizaje de leyes”, sino que se fundamente en el debate, las preguntas, la investigación, la lectura…  una ciencia que ponga el pensamiento en acción y genere así, un marco propicio para favorecer al aprendizaje sobre la naturaleza de la ciencia.